Las grúas abandonadas que un dia, engrasadas, cargaban y descargaban los repletos vagones de carga. Hoy quedan olvidadas, quietas, inmóviles, a la espera de que el tiempo vaya pasando impasible.
Engranajes oxidados al paso del tiempo que no dejan escapar ni los chirriantes sonidos de su movimiento.
Recortado su extremo en el cielo plomizo del día, la grua, quieta, alarga su cable al vacío, ondulante.
Las vías siguen su curso infinito que se pierde en el horizonte, como nuestras vidas que continuan, siguen su marcha sin mirar atrás.
El cambiador, engrasado para que no falle, brilla con la luz que lo baña. Si nuestras vidas pudieran cambiar, como se cambian las vías.....
Por ello siempre esperamos que llegue el tren que nos lleve a nuestro destino... siempre que sepamos cuál es nuestro destino y subamos al tren que deseamos.
Y cuando nuestro tren llega... sólo debemos subirnos a él para que nos lleve tan lejos como las vías lleguen.
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