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jueves, 29 de septiembre de 2011

El quiosco

Inmóvil en el paseo, iluminado por sus faroles,
acompañado de viandantes, de feriantes.
Antiguamente lugar donde las notas musicales
recorrían sus columnas, chocaban en su techo,
envolvían el ambiente que le rodea.
Quieto sigue el quiosco.

martes, 27 de septiembre de 2011

Castillo de Moya

Sudiendo las serpenteantes sendas que nos llevan a las ruinas,
vamos divisando los restos que aún quedan en pie.
Iglesias, torres, restos de casas, de murallas.
Derrumbes que el tiempo ha dejado.
Una pequeña iglesia, restuarada, que aún queda en pie.
Aún muestra en sus piedras el desgaste del tiempo.
Aún quedan restos desenterrados que nos muestran su antigua grandeza.
Aún se puede adivinar, entre sus restos, sus antiguas glorias.

Aún se puede ver, entre sus estáticas piedras, lo que fue.
Aún podemos divisar el paisaje que tantos ojos vieron.
Aún desde el valle se recortan sus ruinas enhiestas, firmes,
que el tiempo nos dejó.

Enmarcando el castillo

Entre rendijas, ventanales y hoquedades
divisamos las distintas partes del castillo.
Sus piedras desgastadas, incoloras,
derrumbes que el tiempo va cubriendo,
los paisajes que lo rodean, las hierbas que lo invaden.
Nuestras vista se posa mas allá de los marcos que nos rodean.

Entre flores

A finales del verano aún las flores quieren robar los rayos del sol.
Sus corolas siguen despdiendo sus coloridos, los estambres sus olores,
invadiendo aún el ambiente, los días que se recortan.


La farola


Sola, la farola en su esquina va saludando a la tarde,
esperando que acabe para inciar su gloria, su glamour.
Dejar escapar sus haces lumínicos inundando su alrededor.
La farola, sola espera que una luz acabe
para dejar acariciar con sus rayos
todo lo que se acerque.
Luz cálida que en la noche
recorta sombras alargadas.
La farola.

Entre las nubes

El paisaje recorta el cielo inmenso.
Cubierto de densas nubes que dejan escapar,
entre rendijas, unos rayos lumínicos.
Sus haces se desbordan sobre la tierra
como pequeños torrentes que quieren tocar el suelo.
Cielo azul, nubes oscuras, luz intensa.

Caballos


 Nuestros compañeros desde hace milenios.
El caballo.
Nos ha reconfortado con su trote, su galope.
Nos ha ayudado con su fuerza arrastrando carretas.
Nos ha servido de alimento e incluso nos ha calentado las casas.
 Animal de compañía, con carácter, con nobleza.
Sus lomos nos han llevado al aire de los caminos,
de los campos, de los montes.
El caballo.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Ropa tendida

En el alambre colgado entre dos puntos
la ropa cuelga, tras ser enganchada levemente.
La luz y el viento acarician la ropa
lavándose lentamente su humedad.
Cuelga la ropa dejándose caer
y moverse lenta con la brisa.

Castillos en la noche

La noche ha caido y la luz artificial
ilumina las viejas piedras desgastadas.
Las almenas se alzan a la noche
queriendo tocar las estrellas vigilantes.
La luz artificial iluminan sus puertas,
dejando luces y sombras en los huecos de sus murallas.
Una solitaria farola deja escapar sus rayos
iluminando los huecos oscuros de sus muros.

Viejas piedras

 Viejas piedras que antaño florecieron.
 Se alzan buscando unirse con las nubes.
 Redecoradas con las memorias del pasado.
Unidas para vigilarnos desde sus pedestales.

Paseo nocturno

 Cuando la noche ha caido y las sombras se recortan.
Las farolas dejan escapar sus luces para iluminar las calles.
En los rincones las luces y las sombras se entrmezclan.
 Los reflejos en las empedradas calles iluminan las fachadas.
 Los focos recortan las torres y los edificios emblemáticos.
Vislumbramos una mirada distinta al día.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Por la pasarela

 Tras la caida de la tarde, la noche lo invade todo.
 Es la hora de la luces que cubren los rincones oscuros.
 El paseo se hace claro, visible.
Por la pasarela transito en la noche.

domingo, 11 de septiembre de 2011

La noche del hotel

Los fantasmas de la noche pululan entre los edificios.
Los jardines lanzan sus sombras al vacío.
Las figuras se recortan con la luz artificial.
Empieza el teatro de sombras chinas.
Los reflejos quedan marcados en la quietud de la noche.
Los pasos quiebran el silencio.
Los fantasmas de la noche se entremezclan
con la claridad de las luces y la penumbra de las sombras.

Paseos de playa

Con la noche caida las sombras se recortan lentas.
La arena pisada produce las ondas que las olas no acarician.
El vigía sigue en su puesto, firme, vigilando el vaivén de las mareas.